Tema 6: La abuela se ha ido y me ha dejado deberes

Qué rápido pasa el tiempo cuando estás bien acompañado.

Esta mañana, entre sueños, he sentido como me daba un beso y se despedía. “Volveré pronto” o algo parecido ha dicho. Yo he remoloneado, y me he dado la vuelta para seguir durmiendo. Era demasiado temprano para mí.

Al despertar he encontrado una nota sobre el baúl de mi cuarto. Justo encima de mi ropa para hoy. Había cosas escritas, con mucha claridad y muy grande. Me he sentado en el suelo, aún con el pijama puesto y me he tomado mi tiempo: Sólo hace unos meses que aprendí a leer y aún me cuesta juntar las palabras.

 “Cariño, cómo me alegro de que sepas leer. (Pide ayuda a mamá si no entiendes algo)

Lo he pasado muy bien estos días contigo. Recuerda memorizar todas tus preguntas para la próxima visita, las lecciones de la abuela te están esperando. Elabora bien las preguntas, pero sin dejar de ser tan original cómo tu eres, intenta pensar tu misma las soluciones, todas las que se te ocurran (flexibilidad y fluidez), yo te corregiré y evaluaré, si te dejas, cuando nos veamos.

Espero que estés atenta a todos los problemas que surjan, y sepas apreciar el sentido que tienen las cosas que te rodean (coherencia interna). Sé que lo harás, cariño, y si no puedes esperar a mi vuelta recuerda que el teléfono sirve para escuchar mi voz.

Pórtate bien.”

¡Vaya por dios! Ahí no había quien entendiese nada. Y yo sólo había leído los cuentos de Pipo, bueno, y un poco de los de princesas y dragones. Pero en la carta de la abuela no estaba ni Pipo, ni la princesa inútil esperando al príncipe ni un dragón que escupa fuego.

La abuela siempre tan complicada. Tenía que encontrar un buen traductor.

-¡Mamáááááááááááááá!

El Paquito

Me encantan las reuniones familiares. ¡Son tan divertidas!

Mamá siempre hace más comida de la cuenta. A veces hay sobras hasta la semana siguiente. El Señor cuenta chistes y abre las botellas de champan haciendo ese ruido tan gracioso.

Pero si por algo me gustan las reuniones familiares es por los juegos de mesa. Sí, sí, sí. Si la familia viene, durante el café se juega a algo. Es una regla histórica y ancestral.

Esta vez, el juego lo creamos entre la abuela y yo. Llevábamos días pensándolo y tenía que ser una super sorpresa.

Mientras todos mojaban las pastas en el café, la abuela me guió el ojo. Era la señal. Me escabullí por debajo de la mesa y subí a mi cuarto a por «El Paquito». Cogí los dos dados de colores y bajé corriendo para ponerlos sobre la mesa. Nadie sabía jugar, así que tuve que explicarlo desde el principio. Eran un poco torpes, y no acabaron de comprender mi completo resumen. Menos mal que habíamos escrito unas instrucciones que parecieron aclararles las ideas.

¡Prepárate que esto empieza!

El Paquito te da la bienvenida a una aventura entretenida. Deja atrás el aburrimiento y juntaros los amigos, que ya empieza esto.

Dos equipos necesitas. No importa si sois cuatro, ocho, o noventa y ocho. Pero no te olvides del público, o no ganarás ni un punto.

Coge el dado, y lánzalo a lo alto. ¿Qué ha salido? Rojo, azul, verde, blanco, rosa, o amarillo.

¿Sabías que…?

Toca “Sabías que…” si te ha salido el rojo. Y espero que hayas prestado atención, porque entre tres respuesta encontrarás la solución. Un punto por acierto, y no demores, porque hay un reloj que cuenta el tiempo.

Muérdete la lengua

Con el azul te volverás gandul. Tu equipo tendrá que jugar al adivina adivinanza, y descubrir la palabra mágica. Mientras, no te olvides de morderte la lengua, porque si se te escapa alguna de las palabras prohibidas aparecerá la terrible bocina. Ya lo sabes, un punto por acierto y un reloj que cuenta el tiempo.

El público tiene el poder

El verde es diferente. Una prueba, dos equipos, y un público muy exquisito. Sí, sí, el público tiene la palabra, así que cuidado, que ellos reparten los cuartos. Dos puntos están en juego, y de límite ya no tenemos el tiempo.

Comodín

Si consigues el blanco eres afortunado. “El comodín” te hará el más feliz. Podrás elegir el color de El Paquito que te  parezca más bonito.

Somos comunicadores

Si el rosa se pone azarosa, tendrás que volverte un poco comunicadora. Tus películas favoritas todas juntitas. Conviértete en comunicador para dar una buena lección. Interpreta como puedas, pero recuerda mantener la lengua presa. Una sola palabra y el punto en juego se irá de casa.

El otro equipo manda

Ha tocado el naranjito, prepárate para lo más temido. El otro equipo manda, y podrá elegir el color de El Paquito que le parezca más divertido para tu equipo.

 

Los primeros en lograr los 25 puntos se harán con el triunfo. Una bolsa de caramelos está ya en juego, así que no seas necio, que empieza el juego. 

 

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Pilares de una vida

Los hay con los años escritos en la piel, y los que tienen los mofletes listos para merendar.

A veces se esconden para que no les encuentran, o se asoman al mundo por sus ojos verdes.

Están los que muerden (y te muerden), los que ríen o desaparecen.

También juegan los que tienen las ideas rizadas, calvas, pelirrojas o incluso canosas.

Los tímidos, los clásicos y los divertidos. Los jóvenes y alocados junto a los adultos racionales. Aunque eso no siempre sea cosa de la edad.

No importa el número: Cuatro, treinta o veintidós. Porque son ellos, cada pilar que eliges, o te eligieron, para caminar, aprender y acompañar.

Un cachito de lo que fuiste, de lo que hoy también eres, y de en lo que te convertirás cuando las huellas de experiencia se reflejen en la piel.

Tema 5: Los tipos de motivaciones una tarde de primavera

Quieren que juegue al baloncesto.

Odio encestar el balón. No sé, soy pequeña y no llego.

Miro a El Señor que me observa desde el sillón de mimbre de la entrada. No va a venir a alzarme para que enceste.

Mi abuela me vigila sentada a su derecha mientras lleva sus labios al café. Y mamá, me sonríe desde la izquierda dándome ánimos mientras aplaude.

Levanto los ojos hasta la canasta: ¡Es tan alta!

-¡Vamos, Pequeña!

Me giro con el ceño fruncido hacia El Señor. ¡Cómo si fuera tan fácil!

Busca una motivación.- Añade la abuela.

¿Pero qué dice? ¿Una qué?

La pelota pesa mucho. Pero si encestase sería tan mayor, tan autónoma. Ya no necesitaría que nadie me alzase en brazos para meter canasta. Además sería mejor que cualquiera de esos tres adultos que me miran desde el porche. Sería todo un logro que entrase. ¡Me sentiría tan realizada!

-¿Crees que busca una motivación intrínseca?- Creo que es mamá hablando con la abuela. Pero no me giro a comprobarlo.

-No lo sé. Pero por si acaso ofrezcámosle una motivación extrínseca.- Mamá y la abuela cuchichean por lo bajo, creen que no les escucho. Pero se equivocan.- ¡Cariño, si consigues encestar te daré toda la bolsa de chocolates que te traje de Bélgica!

¡OH DIOS MIO! Me giro con los ojos como platos. ¡Toda la bolsa! ¡Para mí! Tengo que encestar. Tengo que encestar. Tengo que encestar.

Vuelvo a fijar los ojos en esa canasta enorme. Flexiono las piernas, muevo el culo de un lado a otro. Creo que eso no sirve para nada, pero causo risas entre esos tres adultos que me observan. Subo las manos sobre la cabeza agarrando la pelota, y la suelto a la vez que salto y estiro las rodillas. Como me enseñó El Señor. Y la pelota entra tras titubear un segundo. ¡Bien!

Me giro con los brazos en alto saboreando la victoria. No sé de qué va eso de los tipos de motivación. Pero yo acabo de lograr dos cosas: Un logro personal insuperable en una niña de cinco años, y una bolsa enorme del mejor chocolate belga.

Tema 4: Abuela, ¿qué es eso de la memoria?

Me gusta que la abuela esté en casa. Y me gusta más aún que me bañe ella. Siempre me masajea durante mucho rato la cabeza con el champú, y me cuenta cosas que no sabía. ¡Las lecciones de la abuela son siempre tan divertidas!

-Abuela. Tengo una pregunta.

-Dime, Cariño.

-Es que El Señor dice que mamá no tiene memoria. ¿Qué es eso de la memoria?

La abuela se echa champú en las manos y me las empieza a pasar por el pelo.

-Veamos. ¿Tú te acuerdas de lo que has hecho antes de bañarte?

-Sí. He estado cocinando contigo.

-Exacto. Pues la memoria es acordarte de las cosas que has hecho antes o que tienes que hacer después. Hay una cosa dentro de tu cabecita que se llama cerebro, y ahí hay muchos hombrecitos llamados neuronas que se mueven y conectan entre sí para que te acuerdes de lo que has hecho o tienes que hacer.

Ah. Entiendo. Cierro los ojos mientras me echa el agua por la cabeza y el jabón se desliza por mi frente.

-Entonces mamá no se puede acordar de nada.

-No. Ya sabes que El Señor siempre exagera. Lo que le ocurre a tu madre es que su memoria es a corto o medio plazo. Es despistada, y cuando pasa un tiempo, se le olvidan las cosas.

-Pero, ¿los mayores memorizáis todo lo que veis? ¡Yo no voy a saber hacer eso!

La abuela me saca de la bañera. Me envuelve en una toalla y me sienta sobre sus rodillas mientras me seca y se prepara para darme una clase. Porque como dice ella: El saber no ocupa lugar.

«-Cariño, los mayores somos niños grandes. Así que, igual que tú, no memorizamos todo lo que vemos. Hay dos tipos de memoria, una que es implícita y ocurre cuando retienes las cosas que has vivido o tienes que realizar casi sin querer. Por ejemplo, ¿a qué te acuerdas de la fiesta que hicimos por tu último cumpleaños?

Asiento con la cabeza. Como no iba a acordarme, si vinieron payasos y trajeron dos piñatas llenas de caramelos y golosinas.

-¿Y tú hiciste algo en especial para guardar el recuerdo en el almacén de tu cerebro?

Niego con la cabeza.

-Pues eso es la memoria implícita. Retienes la información sin esfuerzo.Pero luego piensa en el colegio. Cuando estudias los números tienes que concentrarte mucho en que no se te olviden ¿verdad?

Asiento mientras me quita con otra toalla la humedad del pelo.

-Pues eso es memoria explícita. La que te tienes que concentrar mucho para asegurarte que no se te olvida.»

-Pero abuela, yo muchas veces tengo que volver a estudiarme los números porque se me olvidan.

Me empieza a poner el pijama rosa de ositos. Es mi favorito.

El olvido es otra cosa. Y eso es debido al paso del tiempo. ¿Pero no te das cuenta que aunque se te olvide, cuando vuelves a estudiarlos se aprenden más rápido?

-Sí

-Pues eso es también por la memoria y la forma de recuperar la información: El reaprendizaje.

Miro extrañada y abro la boca para preguntar mientras ella me termina de cepillar el pelo. Pero antes de poder articular palabra me interrumpe.

-No, Cariño. ¡Sé por dónde vas y ya basta de lecciones de la abuela por hoy! Ahora a cenar y guarda esas preguntas en la memoria para la próxima ducha.

Le agarro la mano resignada mientras me guía por las escaleras hasta la cocina. Huele a croquetas.

Tema 3: El no sé qué del pensamiento creativo

¡¡Pero si la abuela está en casa!! Sólo nos visita unos pocos días y con toda la emoción aún no le he enseñado a mi nueva a miga.

Corro al cuarto para coger a «Creatividad», está escondida como siempre detrás del baúl. La arropo con mis manos y vuelo hasta la cocina donde mi abuela envuelve croquetas para la cena de esta noche.

-¡¡Mira!!- Freno en seco junto a su silla.- No te había presentado a mi nueva amiga. Se llama «Creatividad». Nos conocimos hace unos pocos días. Vivía en mi cuarto. Justo detrás del baúl.

Mi abuela mira entre mis manos ese montón de pelusas y pelos que arropo. Luego me mira a mí. La pelusa otra vez. Y por último vuelve a centrar la vista en las croquetas.

-Y dime, cariño, ¿te ha hablado tu nueva amiga de los procesos creativos?- Mira desafiante a mi nueva amiga.- Seguro que ella sabe a lo que me refiero.

¡Cachis! Siempre me pilla. La verdad es que ni «Creatividad» ni yo sabemos a lo que se refiere. Negamos ambas la cabeza….y la pelusa.

-Oh. ¿Y no querréis por casualidad que os lo explique?

¡¡Sí!! Las dos sonreímos a la abuela.

-Está bien…- Y coge otro pedazo de masa para seguir envolviendo croquetas.

«El proceso creativo es algo complicado para niñas como vosotras. Pero creo que podréis entenderlo. No es algo como las clases de matemáticas que solo tiene una solución posible.  Aquí la línea recta no existe. Incluso a veces deberíamos olvidarnos de las normas para conseguir que valga la pena.

Los procesos tienen etapas. Primero hay que hacer una para luego saltar a otra por lo que cierta línea recta sí que hay que seguir. Pero puedes volver atrás siempre que quieras para mejorar.

Antes de que yo naciera, Graham Wallas se atrevió a poner nombre a algunas de estas etapas. Os lo explicaré con un ejemplo, cariño.

Imagina que quieres hacer un dibujo. Graham Wallas decía que lo primero que tenías que hacer era la preparación, es decir preguntar a todo el mundo y buscar información sobre aquello que quieras pintar. Después tocaría la incubación, que es pensar sobre lo que quieras dibujar. En tercer lugar la inspiración: Esto no se explica fácilmente, es algo así como buscar una idea original para solucionar tus dudas sobre el dibujo y conseguir que sea algo completamente tuyo. Y por último la elaboración, que sería hacer el dibujo que quieres para luego regalármelo a mí.

Pero había gente que quería corregir a Wallas, igual que El Señor te corrige a ti cuando te equivocas, y muchos años después apareció Alex Osborno que decía que las ideas de Wallas eran incompletas. Es necesario, para que tu dibujo salga bien, analizar también todas las ideas que te ofrecen para aceptar las buenas y rechazar las malas, y, en lugar de la inspiración, deberías realizar un resumen de todo lo aprendido, hacer el dibujo, y luego ver si realmente es todo lo bueno que querías.

También estaba otro señor que se llamaba Webb Youn y aportaba otras reformas. Decía que lo primero era obviamente recoger el material como ya os he explicado. Luego lo tienes que pensar elaborando, en este caso el dibujo, en la mente, para luego incubarlo bien, hacer nacer la idea, y realizarlo.”

-Entonces abuela, nosotras tenemos que hacer todo eso cada vez que te regalemos un dibujo.

-Cariño, tú puedes hacer lo que quieras. Y conociéndote, seguro que tienes un proceso creativo propio que dentro de poco se dedicará a corregir a los pensadores anteriores.

Tema 2: Divergente y lógico o cómo encontrar el amor en el pensamiento opuesto.

-¡Si tú no tuvieses una mente tan divergente!

-¡Y si tú no fueras tan lógico!

Un momento.

Vale que discutan. Pero que lo hagan en mi idioma.

No entiendo nada.

Salgo de mi escondite tras la puerta de la cocina y antes de que El Señor me pueda regañar por estar escuchando a escondidas llego al cuarto de mi abuela.

-¡Abuela! ¡Abuela!- Me mira por encima de sus gafas de media luna. Sé que se está preguntando qué vendré a preguntarle ahora.

-Siéntate a mi lado cariño. ¿Qué pasa? ¿Te has asustado porque mamá y El Señor discutan?

-No.- Le miró fijamente sus ojos tiernos y castaños que me examinan buscando un miedo en mi cara que no encuentran.- Pero no entiendo lo que dicen.

-Ya decía yo- Cierra el libro de páginas amarillentas y centra toda su atención en mí.- ¿Quieres otra clase de sabiduría creativa?

Asiento con la cabeza y subo las piernas en el sofá mientras ella empieza a hablar…

«Veamos, había una vez un señor llamado Guilford que distinguió entre dos tipos de pensamientos. Dijo que había gente que pensaba basándose en la razón y lo lógico, mientras que otros buscaban lo irracional y nuevo.

Así dijo que existía las personas con pensamiento lógico, como tu padre, que se mueve siempre en la misma dirección, sabiendo lo que quiere encontrar, analizando la situación, negando lo que no es correcto,  y clasificando todo de la manera más cuadriculada y ordenada posible.

Pero Guilford también dijo que había pensamientos divergentes. Que no sabe lo que busca hasta que lo encuentra, que hace saltos y se desvía del camino a seguir. No cree en las categorías, ni mucho menos en la búsqueda de ideas fijas. Le encantan los cambios, lo inesperado, la probabilidad y el desorden. Y esa es tu madre.»

La miro mientras las palabras acaban de procesarse en mi cerebro. Pero, si que El Señor es un cuadriculado y mamá una alocada ya lo sabemos todos. ¿Por qué se lo repiten?

-Entiendo.- Me quedo pensativa.- Y yo abuela, ¿Qué tipo de pensamiento tengo?

Me pasa la mano por la cabeza y me peina los rizos con los dedos.

-A ver cariño. ¿Tú que crees?-Me encojo de hombros.- Mira, piensa una cosa: ¿Tú empiezas a caminar cuando encuentras el camino, o caminas para encontrarlo?

Esa pregunta es demasiado complicada para mi edad, estoy segura, así que no me preocupa no acabar de comprenderla.

-Cuando seas capaz de contestar esa pregunta, sabrás que tipo de pensamiento eres.- Vuelve a abrir el libro y continua leyendo, la clase ha terminado por hoy.- Aunque no es muy complicado de adivinar.- Murmura para sí mientras salgo de la habitación.

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Tema 1: Mamá se ha bloqueado

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Creo que está bloqueada.

No sé qué es estar bloqueada pero creo que lo está.

¿Cómo lo sé? Se mueve de un lado a otro, y casi no me mira cuando paso por su lado.

Se ha puesto a fregar como si quisiera romper las copas de la abuela con el estropajo.

Y se está tocando la coronilla mientras refunfuña para sí.

Sí. Definitivamente está bloqueada. Me preparo para huir.

La abuela me espera sentada en el sofá cosiendo un jersey. Un jersey de esos que pican, llenos de alfileres y que en un rato tendré que probarme.

-Abuela, mamá está otra vez con bloqueos de esos.- Digo mientras me acurruco bajo su hombro.

-¿Y por qué está bloqueada?

Me encono de hombros. Ella sonríe. Sabe que quiero que me hable de qué va eso de los bloqueos. Pero no se lo pediré.

-Bueno cariño,- Me acomodo aún más, llega la hora de la lección de la abuela.- Mamá se puede bloquear por muchas cosas…

Puede que el problema sea suyo, a veces los mayores nos cerramos la mente y somos incapaces de ver más allá. No podemos  aislar el problema ni ver lo que le rodea. A veces se nos olvida incluso observar lo obvio, o relacionar las cosas para descubrir la causa del fallo. Eso se llama bloqueo cognoscitivo.

También puede ocurrir que tenga un bloqueo cultural.  Eso lo podemos ver en ti. Las cosas que te enseñan mamá y El Señor te acompañarán hasta que seas viejita como yo, y cada vez que se rompa con lo que te han enseñado correrás el riesgo de caer en ese tipo de bloqueo. Pero de todos modos, no creo que te pase eso a ti, tienes demasiada fantasía y crees tan poco en la razón y la lógica que definitivamente este no será un problema.

Y bueno, quizá lo que le ocurra es que tenga un bloqueo emocional. Eso nos pasa a todos. Es como cuando a ti te sacan a cantar en clase de música y tienes miedo a hacerlo mal. Te da vergüenza que tus compañeros se puedan reír de ti, te agobias y sientes que eres incapaz de que salgan las notas de tu boca. Es el miedo a fracasar, a equivocarte o a hacer el ridículo.

Mamá tiene que escribir cariño. Y se espera que escriba bien, así que yo, que la conozco un poco más que tú, te digo que tiene un bloqueo emocional. El típico de la «hoja en blanco» que sufren todos los escritores.

-¿Entonces como no ha puesto nada en la hoja se ha bloqueado?

-No, ha sido incapaz de poner nada en el folio porque se ha bloqueado. Y ahora cree que fregando las copas hasta romperlas lo solucionará.

-Oye abuela, si le pinto un dibujo en la hoja en blanco ya no estará vacía. Así se pondrá bien y conseguiremos salvar las copas de una muerte segura.

Mi abuela se ríe, me abraza y me besa la frente.

-Anda, cariño. Ponte encima de la mesa que vamos a probarte el jersey.

¡NO! ¡NO! Y ¡NO!

Ser mayor es complicado

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Tiene que ser tan difícil ser él.
Es alto y llega a todos los sitios, me baja las galletas de vainilla del estante alto de la cocina. Me puede subir a los hombros para enseñarme el mundo. Y a veces hasta llega al techo para pegar las estrellas que brillan en la oscuridad.
Eso es porque es grande. Pero no un niño grande como mamá. El es un señor: El Señor.
Yo no quiero ser nunca mayor. Es aburrido y no sueñas. A mi me gusta soñar a todas horas.
Y me encanta ver las cosas a mi manera. No entiendo la mitad del mundo que me rodea pero yo hago como que sí. Y a veces hasta les engaño con una sabiduría de niña sabionda ¡Es tan divertido!

Pero ser padre es un don. Convertirte en un superhéroe que puede con todo tiene que ser complicado.

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Así que aquí estabas, Creatividad

 

Hola, Creatividad

No sé de qué va eso de la creatividad pero no me ha hecho ninguna gracia.

¿Un dibujo que refleje creatividad? ¿Qué narices es eso?

Me siento frente al folio en blanco y lo miro. A la derecha los rotuladores, a la izquierda las ceras y justo en frente el lapicero que me mira desafiante. “¡No sabes que dibujar!” canta junto a la goma.

Cojo el sacapuntas y le afilo para que se calle. ¡Ale, por listo!

Vamos allá. Creatividad, creatividad,…no me sugiere nada. Podría pintar una casa del revés, flores que cantan, una princesa salvando a un héroe, o unos señores escalando a una nube quizá. No sé, no me termina de convencer.

Cojo el folio, todavía en blanco y me dejo escurrir de la silla. Vamos a buscar a mamá. ¿Dónde se habrá metido? ¡Aquí está! Justó donde la había dejado, sentada frente a la máquina de escribir. Me quedo observándola en la puerta, teclea sin parar, rápido y aleatoriamente, casi con locura. No puedo interrumpirla. Se quita el pelo de la cara, y las uñas dejan de apoyarse en las teclas. Pero sólo un segundo, después vuelve a empezar, y la tinta se deja caer en el papel siguiendo sus órdenes. ¡Cualquiera desobedece a mamá cuando se pone seria!

Levanta la vista, y ve mi nariz asomando por la rendija de la puerta. Me sonríe y me dice que pasé. Yo entro con el papel en blanco por delante lista pasa subirme en sus rodillas.

-Es que no sé qué dibujar.-

-Puedes pintar una casa bonita con una familia jugando en el jardín.-

-¡¡¡NOOOO!!!.- Mamá entorna los ojos, no le gusta que grite, pero es que no entiende mi desesperación.- Bueno, es que tiene que ser algo especial, algo en lo que haya creatividad.

Se queda callada  y pensativa.

-¿Tú no sabes que es la creatividad, verdad?

-Sí que sé lo que es.- Claro que no lo sé mamá, que pregunta es esa. Ni que fuese a admitirlo.- Pero quiero que me lo recuerdes un poco.

Me apoyo en su pecho lista para escuchar. Me habla de una palabra que va más allá de los límites de la razón, de la habilidad y del intelecto. Me cuenta que la creatividad es algo así como salvar el mundo, buscar respuestas a lo que no conocemos y dar la vuelta a lo que creemos evidente. Romper con las reglas, soñar despierto e imaginar más allá de lo que nos hayamos planteado hasta hoy. Habla también de dejar a un lado lo cotidiano y normativo, lo que es metódico y rutinario. Me dice que imagine un día sin levantarme a las ocho, sin ir al colegio, sin merienda y sin ducha a las siete, que piense en lo que me gustaría que me pasara ese día. Si querría luchar contra un dragón o sentarme a ver películas. La creatividad no se define, solo existe, y está ahí, en el rincón de mi cuarto y en la máquina de escribir, esperando a que vaya a buscarla y la meza entre mis brazos hasta hacerla parte de mí.

Bajo de las rodillas, y le dejo seguir tecleando. Corro a mi cuarto y busco por los rincones. No encuentro nada. Miro debajo de la cama, en el interior del armario, bajo la alfombra y en las estanterías. Yo no sé quién es esta tal Creatividad pero juega demasiado bien al escondite.

Me fijo en el baúl de los juguetes. Lo aparto empujándolo con la cadera. Miro tras él. Oh. Ahí está. Una pelusilla me sonríe desde la oscuridad. Estilo la mano para sacarla. ¡Así que aquí estabas!

-Hola Creatividad. Ven conmigo que vamos a ser muy buenas amigas.-