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Así que aquí estabas, Creatividad

 

Hola, Creatividad

No sé de qué va eso de la creatividad pero no me ha hecho ninguna gracia.

¿Un dibujo que refleje creatividad? ¿Qué narices es eso?

Me siento frente al folio en blanco y lo miro. A la derecha los rotuladores, a la izquierda las ceras y justo en frente el lapicero que me mira desafiante. “¡No sabes que dibujar!” canta junto a la goma.

Cojo el sacapuntas y le afilo para que se calle. ¡Ale, por listo!

Vamos allá. Creatividad, creatividad,…no me sugiere nada. Podría pintar una casa del revés, flores que cantan, una princesa salvando a un héroe, o unos señores escalando a una nube quizá. No sé, no me termina de convencer.

Cojo el folio, todavía en blanco y me dejo escurrir de la silla. Vamos a buscar a mamá. ¿Dónde se habrá metido? ¡Aquí está! Justó donde la había dejado, sentada frente a la máquina de escribir. Me quedo observándola en la puerta, teclea sin parar, rápido y aleatoriamente, casi con locura. No puedo interrumpirla. Se quita el pelo de la cara, y las uñas dejan de apoyarse en las teclas. Pero sólo un segundo, después vuelve a empezar, y la tinta se deja caer en el papel siguiendo sus órdenes. ¡Cualquiera desobedece a mamá cuando se pone seria!

Levanta la vista, y ve mi nariz asomando por la rendija de la puerta. Me sonríe y me dice que pasé. Yo entro con el papel en blanco por delante lista pasa subirme en sus rodillas.

-Es que no sé qué dibujar.-

-Puedes pintar una casa bonita con una familia jugando en el jardín.-

-¡¡¡NOOOO!!!.- Mamá entorna los ojos, no le gusta que grite, pero es que no entiende mi desesperación.- Bueno, es que tiene que ser algo especial, algo en lo que haya creatividad.

Se queda callada  y pensativa.

-¿Tú no sabes que es la creatividad, verdad?

-Sí que sé lo que es.- Claro que no lo sé mamá, que pregunta es esa. Ni que fuese a admitirlo.- Pero quiero que me lo recuerdes un poco.

Me apoyo en su pecho lista para escuchar. Me habla de una palabra que va más allá de los límites de la razón, de la habilidad y del intelecto. Me cuenta que la creatividad es algo así como salvar el mundo, buscar respuestas a lo que no conocemos y dar la vuelta a lo que creemos evidente. Romper con las reglas, soñar despierto e imaginar más allá de lo que nos hayamos planteado hasta hoy. Habla también de dejar a un lado lo cotidiano y normativo, lo que es metódico y rutinario. Me dice que imagine un día sin levantarme a las ocho, sin ir al colegio, sin merienda y sin ducha a las siete, que piense en lo que me gustaría que me pasara ese día. Si querría luchar contra un dragón o sentarme a ver películas. La creatividad no se define, solo existe, y está ahí, en el rincón de mi cuarto y en la máquina de escribir, esperando a que vaya a buscarla y la meza entre mis brazos hasta hacerla parte de mí.

Bajo de las rodillas, y le dejo seguir tecleando. Corro a mi cuarto y busco por los rincones. No encuentro nada. Miro debajo de la cama, en el interior del armario, bajo la alfombra y en las estanterías. Yo no sé quién es esta tal Creatividad pero juega demasiado bien al escondite.

Me fijo en el baúl de los juguetes. Lo aparto empujándolo con la cadera. Miro tras él. Oh. Ahí está. Una pelusilla me sonríe desde la oscuridad. Estilo la mano para sacarla. ¡Así que aquí estabas!

-Hola Creatividad. Ven conmigo que vamos a ser muy buenas amigas.-

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